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Andrew Vachss

martes, 30 de noviembre de 2010

Al final, se impuso la elegancia


Xavi Hernández celebrando el gol.
La magia azulgrana puso el espectáculo, mientras que el equipo merengue fue un simple títere a merced del dominio en la posesión y de tratar con mimo el balón de los de Pep Guardiola. El resultado, un inesperado 5-0, que, además de contundente, sirvió para darle una cura de humildad a un Real Madrid que, a pesar de que llegaba en un momento excepcional, iba de puerto en puerto con aires de superioridad, personificado en su entrenador Jose Mourinho.

Se esperaba un Clásico igualado, de esos en los que el factor campo puede ser determinante, aunque se antojaba un toma y daca entre ambas potencias futbolísticas. Sin embargo, el F.C Barcelona, comandado por Xavi Hernández, el mejor jugador español desde que el fútbol es fútbol, fue dueño y señor durante los noventa y pico minutos que duró el partido. De hecho, el diez minutos, el conjunto blaugrana ventiló al Real Madrid.

La maestría de los jugadores culés, teniendo al argentino Leo Messi como el regate, a Xavi como el cerebro, a David Villa como el 'killer' o a Iniesta como el arte hecho futbolista. Ganó el que se olvidó del que tenía enfrente y se dedicó a jugar al fútbol, el que enamoró a todo el que estaba frente al televisor viendo encuentro. En definitiva, el F.C. Barcelona.

  • La otra cara del partido
Sin lugar a dudas, el juego sucio fue lo que empañó el duelo. Primero, el casi siempre correcto Pep que, cuando su equipo ganaba ya por dos tantos a cero, le hizo un amago a Cristiano Ronaldo, gesto que no gustó al portugués. La consecuencia, el luso empujó al míster blaugrana y varios jugadores barcelonistas le increparon, entre ellos un desbocado Víctor Valdés.




Lo segundo y más grave, la patada de Sergio Ramos a Messi cuando se iba en velocidad. Después de la desmedida entrada del defensa merengue, que no pasó a mayores porque entremedio estaba Lass, Puyol fue a increpar al andaluz, que le propinó un guantazo en la cara. El árbitro, Iturralde González, le mandó directo a la ducha con una roja directa. De camino a los vestuarios, de nuevo volvió a agredir a Xavi en la cara.

Este tipo de actuaciones no se pueden consentir. El respeto al rival debe ser la premisa de cualquier equipo, por encima del de ganar. Esto es un principio que, aunque se esté perdiendo de forma humillante, nunca debe olvidarse sobre el terreno de juego



FUENTES:
http://www.elpais.com/especial/fc-barcelona-real-madrid/

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